Es uno de mis rincones preferidos de lo que llamo belleza recóndita. Son los dos niños pequeños protegidos bajo el manto de la Virgen de los Desamparados en la Iglesia Colegiata de San Bartolomé, en Valencia. Tardé en descubrirlos, porque pasan relativamente desapercibidos en la imagen de María, ja que apenas miden 50 centímetros.
Me llama la atención no sólo su posición implorante de amparo, sino sus rostros, de una ternura y una piedad cautivadoras que sólo pueden ser apreciadas si nos ponemos a los pies de la Virgen.
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